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La Patria como enemigo de la tolerancia

Crítica Patria_Aika
La novela "Patria" transcurre en el País Vasco. Foto: Alberto Loyo / Shutterstock, Inc.

Patria, la última novela de Fernando Aramburu, acaba de recibir el premio Francisco Umbral al libro del año. Ha sido verdaderamente un éxito literario: desde su publicación en septiembre pasado se ha reeditado nueve veces. Además, el guionista y productor Aitor Gabilondo quiere llevarla a televisión, pues se siente muy identificado con lo que ha leído y, de alguna manera, con lo que ha vivido.

“Patria”, Barcelona, Tusquets, 2016

La novela relata la historia de dos familias que viven en un pueblo —podría ser cualquiera— de la provincia de Gipuzkoa. Mantenían una estrecha relación de amistad y les unían lazos muy profundos —como muchas familias españolas—. La acción transcurre a lo largo de los últimos 40 años y explica cómo ETA pervierte la vida de ese pueblo y la relación entre sus habitantes.

Escribí en contra del crimen perpetrado con excusa política, en nombre de una patria donde un puñado de gente armada, con el vergonzoso apoyo de un sector de la sociedad, decide quién pertenece a dicha patria y quién debe abandonarla y desaparecer.” (pág. 552)

De las dos familias, una era proclive a ETA porque uno de sus hijos —Joxe Mari— se hace etarra. La otra estaba contra la banda terrorista y el padre —un empresario— debe pagar el impuesto revolucionario. A partir de ese momento, empieza la presión por parte de ETA sobre el empresario: pintadas, dianas con su nombre, avisos… Todo se trastoca en las relaciones entre las dos familias, que acaban enfrentadas. También  con los habitantes del pueblo y con los hijos. A la familia del empresario —que hasta ahora mantenía una relación muy cordial con la gente— le niegan el saludo, dejan de salir en bicicleta con él, de tomar copas. Los amigos dejan de hablarle. Finalmente, es asesinado cuando se convence definitivamente que lo mejor es marcharse del País Vasco.

Patria ha sido verdaderamente un éxito literario: desde su publicación en septiembre pasado se ha reeditado nueve veces

A partir de aquí, el autor relata cómo la familia del asesinado intenta sobrevivir a este trágico suceso. Al mismo tiempo, la otra familia etarra sufre el drama del encarcelamiento de su hijo en una prisión de Andalucía. Ambas familias, de forma diferente, son víctimas del discurso de ETA —el llamado “conflicto vasco”— y de su actuación en las poblaciones vascas. El miedo, el terror y el silencio se imponen entre sus habitantes dando lugar a una falta total de libertades y de solidaridad.

“Escribí sin odio contra el lenguaje del odio y contra la desmemoria y el olvido tramado por quienes tratan de inventarse una historia al servicio de su proyecto y de sus convicciones totalitarias” (pág. 552)

Tras el asesinato, Bittori, la viuda del empresario, pone todo su empeño en  conseguir que Joxe Mari, desde la cárcel, le pida perdón. Así podrá descansar en paz ella y su marido muerto. Joxe Mari se resiste y hasta el final del libro no sabremos que finalmente pide perdón a la viuda, cumpliéndose así la esperanza de paz para ambos. Se muestra así el largo recorrido que tendrán que seguir todos: el espinoso proceso de reconciliación y de paz.

También escribí, desde el estímulo por ofrecer algo positivo a mis semejantes, a favor de la literatura y el arte, por tanto a favor de lo bueno y noble que alberga el ser humano. Y a favor de las víctimas de ETA en su individual humanidad, no como meros números de una estadística donde se pierden el nombre de cada una de ellas, sus rostros concretos y sus señas intransferibles de identidad” (pág. 552)

Un relato contra el olvido

Aramburu cuenta el día a día de la gente en un pueblo vasco. El ambiente que se respira, cómo viven, cómo se enfrentan a sus sentimientos, a sus enemigos. Eso lo más dramático: el día a día. Poco a poco —casi sin darse cuenta— el discurso de los buenos y los malos, los nuestros y los otros se va imponiendo en la población impulsado por sectores con influencia: la iglesia, ayuntamientos, centros culturales… Todos son vigilados y pueden convertirse en sospechosos: no te hemos visto en la manifestación, no has asistido al acto contra las fuerzas de ocupación, has hecho tal comentario, tienes que venir a hacer pintadas, te hemos visto hablar con ella, ¿no dices nada?….

“—Más te valdría dejarte de novelas y sumarte a la lucha por la liberación de Euskal Herria. Mañana hay manifa a las siete. Espero que no faltes. Algunos amigos míos ya me han preguntado dónde te metes. Mientras los de tu cuadrilla dan la cara, a ti ni se te ve. ¿Qué les digo? No, es que se ha vuelto delicado y se pasa el día leyendo. Mañana a las siete te quiero ver en la plaza” (pág. 183)

El miedo se va apoderando de la población y todos callan. Nadie quiere ser señalado. La única salvación es marcharse del pueblo. Así lo hace Gorka, el hermano al que Joxe Mari hace ir a la manifestación, quien además no se atreve a confesar a su familia su homosexualidad. En la ciudad se siente más libre para llevar su vida y alejarse de lo que odia.

Recomiendo encarecidamente la lectura del este libro. Es un libro contra el olvido y contra la intolerancia

Uno de los capítulos finales del libro se titula “Si a la brasa le da el viento”. Justamente en él, el autor confiesa lo que pretende con el libro: que nadie olvide lo que ocurrió para que no vuelva a ocurrir. Es muy fácil que los resentimientos y las envidias y el odio se inflamen. Y las consecuencias de alentar los demonios que llevamos dentro pueden ser terribles e incontrolables.

Hoy asistimos a sucesos que deben hacernos reflexionar sobre la convivencia y la tolerancia (brexit, referéndum sobre la paz en Colombia, Trump en EE. UU., el problema de los refugiados en Europa…). Se avivan y alientan sentimientos que después se van de las manos y derivan en consecuencias no deseadas.

Por ello, recomiendo encarecidamente la lectura del este libro. Es un libro contra el olvido y contra la intolerancia. El lector se introduce en una historia en la que participa activamente al intentar reconstruir la compleja trama que nos ofrece el autor. Fernando Aramburu lo consigue porque se sumerge en la humanidad de sus personajes y nos hace pensar qué papel hubiéramos adoptado si nosotros nos hubiéramos encontrado en esa misma situación.