Tengo que reconocer que, cuando llegó a mis manos el libro El secreto del marketing educativo, ya conocía al autor, con lo cual no experimenté el tedio que, en general, a los docentes nos produce oír hablar de marketing educativo. Ya sabía que no iba a encontrarme un texto lleno de storytellings, funnels, maketing automations… ese montón de anglicismos que usan los marketeros para ser creídos sin ser entendidos.
Los colegios tienen que hacer marketing porque, estando la natalidad como está, no deberían limitarse a esperar que vengan alumnos. Lo que se cuestiona Miquel Rossy, como profesional del sector, es si se está efectuando el marketing que conviene a las escuelas. No puede ser el mismo marketing que el de un fabricante de camisas. La escuela es eminentemente humana, personas que educan a personas.
No se está diciendo suficientemente una obviedad: lo que hará crecer a un colegio es su calidad educativa y el modo como se comunique. El libro habla al profesorado partiendo de este olvido. No se puede hacer marketing educativo sin contar con los docentes.
La primera de las cuatro P del marketing tradicional, el producto, en el caso de la escuela es el proyecto educativo. ¿De quién va a depender el proyecto, sino de los docentes que deben sacarlo adelante? La pregunta parece retórica precisamente por lo obvia que es, aunque eso no significa que sea frecuentemente entendido. Por ejemplo, otro libro de marketing educativo empieza con estas palabras: “El Marketing Educativo se ha convertido en el principal motor del cambio en el sector de la enseñanza”. Es tristemente cierto que algunos colegios pretenden innovar a base de golpes de efecto de marketing. “Solo los proyectos educativos que parten de la misma comunidad escolar –dice, en cambio, Miquel Rossy– pueden realmente ofrecer garantías de resultados de largo recorrido”.
La comunicación en un colegio es su web, son sus redes sociales y los e-mails. Cierto. Y allí se ha mejorado sin duda. Pero, para cada alumno y su familia, la comunicación más importante será, sin duda, el diálogo con profesores y profesoras. La cultura corporativa de un centro es la que lo llevará a ser, por ejemplo, innovador, apalancado o atento a la diversidad. También es el profesorado quien la determina. La reputación externa de la escuela no es posible si no cuenta con buena reputación entre el profesorado. Otra obviedad: la marca de la escuela es la suma de las marcas personales del profesorado. Para tener un gran equipo de fútbol, se necesitan grandes jugadores dispuestos a jugar en equipo. Podríamos seguir con más ejemplos.
Queda claro. El secreto para contar con una escuela prestigiosa que atraiga más alumnado es el mismo que siempre: su profesorado. Ahora bien, no sirve ya el profesor de siempre. Hace falta que adquiera nuevas destrezas (soft skills les llamaría ese marketero si nos leyera) que le permitan adaptarse a las necesidades de los alumnos del siglo XXI. Y muchas de estas son habilidades comunicativas.
¿Cómo tiene que hacer marketing educativo? El libro no se limita a despertar una reflexión teórica sobre el papel del profesorado. Llega a la concreción detallada: ¿Cómo debe gestionarse su marca? ¿Cómo debe un profesor o una profesora desarrollar la reputación? ¿Qué debe tenerse en cuenta en la relación interpersonal con padres y madres? ¿Cómo mejorar las reuniones de padres? ¿De qué modo debe dirigirse el colegio basándose en conversaciones? Una multitud de cuestiones prácticas que surgen de un conocimiento profundo del branding, del marketing, de la comunicación, pero también de la educación.
El secreto del marketing educativo, como dice el subtítulo del libro es que la marca de la escuela es su profesorado y el secreto de El secreto es que su autor ha sido docente más de 25 años.
EL SECRETO DEL MARKETING EDUCATIVO
Rossy, Miquel. Santillana Activa. ISBN: 978-84-680-5758-3. Nº PÁGINAS: 176. FECHA PUBLICACIÓN : 12-03-2020
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