Arquitecta, holandesa y convencida de que la sociedad actual requiere nuevas formas de entender la educación y las escuelas. Así es Rosan Bosch, que desde su sector, la arquitectura y el diseño, hace su aportación para impulsar un cambio que describe como necesario.
El estudio que dirige, Rosan Bosch Studio, ha trabajado reformando espacios y creando entornos de aprendizaje innovadores y atractivos en escuelas de todo el mundo. Y aunque, para ella, el diseño no es un fin en si mismo, sí es una herramienta para impulsar el cambio educativo. En esta labor, reconoce que a veces se siente como una especie de “Don Quijote” contra las aulas. Eso sí, en femenino.
Desde su estudio en Copenhague y recién llegada de México, Bosch explica en un perfecto español y con un discurso claro, inspirador y reivindicativo sus experiencias y sus ideas sobre educación.
¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
Ahora estamos trabajando mucho en Latinoamérica, concretamente en México, Colombia y Argentina.
¿Cómo ves la educación en estos países?
Lo que pasa en Latinoamérica no es tan diferente de lo que ocurre en otros sitios del mundo. La gente se ha enterado de que la sociedad ha cambiado y de que hay una necesidad de cambiar nuestra manera de pensar la educación y de trabajar con la educación. Ha cambiado la sociedad y el deseo de lo que los padres quieren para sus hijos. Esto quiere decir replantear el aprendizaje y la forma de preparar a los niños para el día de mañana. Es una combinación de varias cosas.

Lo que yo he observado, sobre todo en Latinoamérica (en algunos países, pero generalizo) y que me gusta mucho, es que hay una energía bastante fuerte, la gente va por delante del cambio. Son países con muchos retos, desafíos y problemas – en Colombia, por ejemplo–, pero hay mucha energía y la sensación de que estamos mejorando nuestro mundo, de que vamos a estar mejor mañana.
Esto es muy distinto en España. En España la gente se siente desmotivada, y piensa que las cosas están bien si mañana siguen como hoy. Eso ocurre porque la mayoría piensa que mañana todo estará peor que hoy, por eso quieren mantenerlo como está.
O sea que en España falta motivación…
Hay gente que quiere un cambio en España, entiéndeme bien, pero se habla mucho, se habla más de lo que se actúa. Aun así, hay algunos sitios puntuales que marcan la diferencia. Creo también que es una tendencia de Europa. Nosotros trabajamos en muchos países distintos y se nota que hay una diferencia cultural en esto.
“Nuestro objetivo es cambiar el sistema educativo al máximo”
¿Se están fijando países latinoamericanos como México o Argentina en el modelo nórdico de Europa, en cuanto a la educación y al diseño de colegios?
Los países que mencionas están en una situación en la que tienen que cambiar. Lo sienten como una necesidad muy urgente. En Argentina, más del 50% de los niños no terminan la educación secundaria. Esto es un hecho, y tiene unas consecuencias enormes. Lo peor es que no tengo claro quién aprende más, si los alumnos que abandonan o los que se quedan. Por eso el cambio se concibe como muy urgente.
La innovación, el cambio, surge en lugares que sienten una gran necesidad. Fíjate que muchas veces los proyectos no pasan en las ciudades más grandes, sino en ciudades justo al lado, que perciben una competencia muy fuerte con las ciudades grandes. Esto es así en México y en Argentina, ellos han detectado una necesidad más grande y por eso hacen un esfuerzo mayor.
Yo creo que nosotros representamos un cambio internacional, más que nórdico. Hacemos proyectos tanto en EEUU como en Europa, por lo que representamos un cambio de sistema fundamental cuando se piensa en aprendizaje, en educación. Lo entendemos completamente de otra manera.

Cuando empiezas a trabajar en una escuela, ¿como funciona el proceso de creación o reforma de los espacios?
La verdad es que no hay una única forma de hacerlo, cambiamos el proceso, no tenemos una receta que funcione para todos. Una escuela en Abu Dabi funciona distinto que una escuela en Chicago o una escuela en Zaragoza. La gente y la cultura es muy distinta, incluso en una misma ciudad puede cambiar mucho.
Nuestro objetivo es cambiar el sistema educativo al máximo posible. Nosotros entramos y vamos mirando el paisaje y pensando: ¿cómo podemos llegar lo más lejos posible aquí?, ¿cómo podemos “liberar” el máximo de niños posible? Y, a partir de ahí, hacemos una estrategia.
“La dirección de un centro es importante: si ellos no apoyan y empujan el cambio, no va a pasar”
De vez en cuando te dejan trabajar con los profesores, ¡es que no siempre te dejan! Pero está clarísimo que si no puedes hacer un proyecto que incluya a todos los actores, es menos efectivo. El diseño tiene influencia sobre tu comportamiento, tu manera de sentir, pero lo más importante es juntarlo con un cambio, con la forma de actualizar las escuelas. Lo que intentamos es utilizar el proceso de diseño para crear un proceso de aprendizaje, por ejemplo, de los profesores y la dirección. La dirección de un centro es importante, si ellos no apoyan y empujan este cambio, no va a pasar.
Sin dirección de un centro no hay cambio, pero sin la implicación del profesorado tampoco, ¿no?
Tengo que decir, aunque hay gente a la que no le gusta, que sin un acuerdo de la dirección no hay cambio, pero que hay sitios donde los profesores no quieren cambiar, y entonces todavía se puede cambiar porque se pueden cambiar los profesores. Y esto pasa, porque hay profesores que dicen “yo no quiero trabajar de esta manera, yo quiero tener mis 30 alumnos ahí sentados, les doy unos deberes, me escuchan cuando hablo y no quieren funcionar de otra manera”. Estos profesores, al final, se van y se buscan un trabajo en otro tipo de escuela.
“Es importante que la dirección quiera el cambio. Luego empiezas a trabajar con los profesores”
Eso es como cuando trabajas en una empresa y cambia su manera de trabajar. No puedes dejar de realizar el cambio porque haya trabajadores que no quieran este cambio. Por eso es importante que la dirección lo quiera, y luego empiezas a trabajar con los profesores. Muchos tienen problemas con el cambio porque tienen miedo y no saben cómo hacerlo. Ellos fueron a una escuela que enseña de la misma forma que el centro en el que están trabajando hoy. Ten en cuenta que normalmente un profesor es una persona a quien le gustaba ir a la escuela, ¡para muchos de ellos funcionaba bien ese sistema! Los demás, los que odiaban la escuela… ¡nosotros no nos volvemos profesores!
Aunque, curiosamente, has acabado de todas formas trabajando con centros educativos…
Yo no estaba especialmente contenta con mi escuela. Lo pasé bien hasta los 12 años porque fui a una escuela Montessori, pero a los 12 tuve que entrar en una normal y te puedo decir que no me gustaba mucho…
Decías que cuando empiezas a trabajar con un centro educativo, entras con tu equipo a la escuela para “liberar a los niños”.
Es que yo veo que tanto los niños como nosotros, como adultos, tenemos una curiosidad innata. Esta curiosidad nos da la posibilidad de motivarnos para aprender casi cualquier cosa. No sé si sabes ir en monopatín, pero es bastante difícil. Te caes, es duro, y cualquier niño sigue y sigue hasta que lo consigue. Y hay muchísimos ejemplos.
“Lo que hacemos en las escuelas ahora es disciplinar a los niños, porque así funciona la sociedad”
Lo que hacemos en las escuelas ahora es disciplinar a los niños, porque así funciona la sociedad: “tienes que aprender a callarte y hacer lo que te digo”. Les decimos, por ejemplo: “no leas todo el libro, sino hasta la página 10, y no empieces la 11 hasta que empecemos todos”, o “no puedes escribir sobre este tema porque no toca ahora, tienes que escribir sobre este otro tema que yo te digo”, etc.

Para mi es como encarcelar primero tu cuerpo (diciendo qué puedes hacer, cuándo… “¿puedo hacer pipí, o no?”), luego creamos una prisión sobre nuestra imaginación y fantasía (“tu tienes que escribir sobre este tema y no otro”), y también encarcelamos nuestra motivación y nuestra pasión. Por encima de todo, hacemos a nuestros niños dependientes de otra persona. Primero aprendemos cómo aburrirnos, y a lo largo del tiempo cogemos toda la iniciativa de los niños. Por ejemplo, yo tengo gente que trabaja en mi estudio que viene de España y son mucho más dóciles, están esperando.
¿Sí?
Sí, cuando estamos en la oficina están esperando que le des un trabajo, te preguntan: ¿qué vamos a hacer?”. Y así no funciona mi estudio, aquí tienes que ser independiente, pensar, trabajar por tu cuenta, encontrar trabajo, pensar como solucionarlo tú mismo, no hay alguien que te diga qué camino seguir; el camino lo eliges tú. Es un poco exagerado, claro, las personas que trabajan en mi estudio son buenas porque las he escogido yo para trabajar aquí, pero es un ejemplo para explicar que así funciona el trabajo en el mundo moderno.
Les estamos robando todas esas cosas a los niños, y cuando salen de la escuela como adultos tienen que reaprender a ser creativos, innovadores, independientes, a pensar, a tener iniciativa, a encontrar su motivación y aprender a aprender. Es una locura, es muy inefectivo, la escuela es una institución obsoleta.
“Los adultos tienen que reaprender a ser creativos, innovadores…lo que les robado la escuela de niños”
Por eso, el trabajo que hacemos nosotros con las escuelas no trata de diseño, el diseño es una herramienta para obtener un cambio físico del comportamiento de la gente en la escuela y dar a los niños la libertad de actuar sobre ellos mismos, sobre como se sienten, etc. Por eso a veces digo que soy una especie de “Don Quijote” contra las aulas. ¡En femenino, claro!, “Doña quijote” contra las aulas.
¿Cuáles son las tendencias que intuyes que veremos en las escuelas dentro de pocos años?
Yo creo que van en dos direcciones. Son muy contrarias, como la sociedad. Por un lado, hay gente que enseña en las escuelas de forma conservadora. Son personas que quieren mantener lo que tienen hoy porque piensan que funciona, piensan que si lo resguardan bien puede mantenerse.

Pero, con los avances que se están dando en la sociedad, no podemos retrasar el cambio en las escuelas, el ritmo de tener una sociedad más global. No podemos volver atrás. Aunque no queramos, así es. Comunicamos de otras formas, los niños crecen en una sociedad que comunica de otra forma. Las escuelas con las que trabajamos nosotros reconocen que las habilidades que tenemos que aprender no sabemos cuáles son, por tanto enfocan el aprendizaje a aprender a aprender. Por eso, en lugar de aprendizaje memorístico, se aprenden habilidades básicas, de pensamiento crítico, de buscar, de comunicar y de colaborar. Yo creo que esta es la tendencia. Hay alumnos que van rápido en adaptarse a este modelo, y otros van más retrasados.
“Con los avances que se dan en la sociedad, no podemos retrasar los cambios en las escuelas”
El gran problema que veo es que hay muchas escuelas privadas que hacen estos cambios, porque es su necesidad, la ven y tienen la libertad de cambiar. Pero las escuelas públicas no cambian tan rápido, y eso es una lástima y genera una desigualdad en la sociedad. La gente con menos recursos que no tiene acceso a las escuelas privadas está obligada a continuar en un sistema que no les prepara bien para el mundo que viene. Es, pues, doblemente negativo. Es una lástima, por eso me gusta por ejemplo el trabajo que hacemos en Argentina con el gobierno. Se trata de todas las escuelas públicas, vamos a ver a dónde llegamos, pero tienen ganas de cambiar y están empujando.
Esta es la sensación que muchos maestros tienen con la innovación. ¿Qué le dirías a los maestros que se plantean “¿Qué puedo hacer yo desde aquí?”?
Siempre se puede hacer un pequeño cambio. Se trata de hacer un cambio de chip, un cambio en la manera de pensar. Pero es muy difícil si el entorno físico no cambia. No es sencillo cambiar el comportamiento. Es como probar de dejar de comer dulces en tu casa y que toda tu familia esté delante de ti comiendo dulces todo el día. Sí, tu puedes hacer cambios, hay muchos profesores que lo hacen, he visto ejemplos maravillosos. En Colombia, he visto escuelas públicas pobres en el campo que hacen proyectos geniales con sus alumnos, porque tienen profesores inspiradores que lideran esos cambios, y lo harían en cualquier sitio.
Lo que pasa es que no todos los maestros no son así, inspiradores e innovadores. Además, no les toca un profesor inspirador a todos los niños, porque la mayoría de personas no son muy inspiradoras, así es. Entonces: ¿qué pasa con los niños que no tienen la suerte de encontrarse con una persona así? Ahí, tú puedes cambiar el entorno físico para garantizar que el niño tiene un paisaje de aprendizaje (nosotros le llamamos así) donde puede desarrollarse de forma independiente. Eso quiere decir que, cuando un niño está en una escuela pública y no tiene el mejor profesor, él mismo puede tomar la iniciativa para mejorar.
Ahora el problema es que puede haber un niño con mucho talento pero le matan un poco la creatividad. Ni siquiera si tiene esa capacidad puede desarrollarla. Deberíamos intentar, por lo menos, que el entorno físico facilite que puedan hacer aquello que les interesa, mejorar, saber cómo son, como se concentran, qué necesitan para obtener algo, como manejar la motivación con proyectos y objetivos…
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