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¿Quiénes son los padres de la generación blandita?

Foto: Pixabay.

Como padres, en más de una ocasión hemos repetido la expresión “quiero que mi hijo tenga lo que yo no tuve” o “no quiero que mi hijo pase por lo que yo he pasado”, y en ese afán de ofrecerle a nuestros vástagos una mejor vida, también estamos creando lo que se denomina la “generación blandita“.

Son infantes y jóvenes sobreprotegidos por sus progenitores, tratando por todos los medios evitar el sufrimiento, peligro, o cualquier situación que les pueda causar daño. En muchas ocasiones este comportamiento se produce por actitudes inconscientemente repetidas de nuestros padres y, en otras, buscamos que los menores no enfrenten escenarios dolorosos a los que nosotros estuvimos expuestos.

Cuando un niño no copió la tarea en casa, la familia desesperadamente busca a sus compañeros o al profesorado para que los ayude y, peor aún, en ocasiones somos nosotros quienes las hacemos. ¿En que momento aprenderá, así, las consecuencias de sus actos o sus responsabilidades? ¿Como estos infantes podrán manejar futuros fracasos sin que estos desencadenen en una frustración cuando han crecido en una burbuja donde tienen todo lo que quieren y cuando lo quieren? ¿Que va a pasar cuando, en la adolescencia, tengan su primer desengaño amoroso y no este papá o mamá para solucionarlo?

¿Lo puede resolver sin ayuda? Si la respuesta es afirmativa, entonces es mejor no intervenir y dejarlos desarrollar su capacidad resolutiva de forma segura y autónoma.

Son algunas de las inquietudes que deberíamos tener en cuenta, pues el tema no pasa por educar a la niñez de una forma blanda o rígida, sino de dotarles de las herramientas y destrezas suficientes para que estén en capacidad de enfrentar cualquier situación adversa en la vida.

Siempre es bueno preguntarse: ¿Lo puede resolver sin ayuda (tarea, actividad, problema)? Si la respuesta es afirmativa, entonces es mejor no intervenir y dejarlos desarrollar su capacidad resolutiva de forma segura y autónoma.

Entonces, ¿acaso soy un mal padre? Pues la respuesta, en mi opinión es no. La clave está en no darle demasiado al niño (sin referirse al amor y cariño), en no darle lo que no necesita, en no ser demasiado permisivo provocando que se sienta con el derecho a recibirlo todo y que es el centro del universo, porque la vida no es así, sino que es un proceso colaborativo donde debe coexistir en harmonía.

Eva Millet, autora del libro “Hiperniños: ¿hijos perfectos o hipohijos?“, señala que ser feliz requiere carácter, y los hijos no solo necesitan conocimientos académicos sino habilidades como son la valentía, la empatía y la curiosidad.

Queremos criar personas, no hijos perfectos.