Tribune

De la “estupidez” pedagógica

“(…)puesto que hay una teoría científica de la inteligencia, debería haber otra igualmente científica de la estupidez. Creo, incluso, que enseñarla como asignatura transversal en todos los niveles educativos produciría enormes beneficios sociales”  J.A. Marina (2010)

Es difícil empezar hablando de la estupidez ya que dentro de los cánones siempre ha sido mitigada y dejada a un lado como la fea y la indeseable. A quién le gustaría ser estúpido, la respuesta es obvia, pero olvidamos cosas llamativas como que de ella podemos aprender. Lo que este escrito pretende, es hacer una apología a la estupidez como un paso para el saber.

En su libro La inteligencia fracasada: Teoría y práctica de la estupidez, J.A. Marina (2010) nos revela algunas verdades que en momentos olvidamos como seres humanos como son: que si la historia de la estupidez se escribiera abarcaría gran parte de la historia de la humanidad; o que existen diferentes tipos de estupidez, las más comunes, la estupidez política, administrativa, pedagógica, psicológica entre otras; pero uno de los argumentos más relevantes que el autor propone, llamándome profundamente la atención para esta reflexión, es “puesto que hay una teoría científica de la inteligencia, debería haber otra igualmente científica de la estupidez. Creo, incluso, que enseñarla como asignatura transversal en todos los niveles educativos produciría enormes beneficios sociales

¿Cómo lograremos la perfección si le tenemos miedo al fracaso?

De primera mano pesé que el autor proponía algo descabellado, y sí, algo estúpido, pero poco a poco pude entender su argumento. Como la estupidez socialmente es factor de exclusión, nadie quiere ser o parecer estúpido, pero cabe la duda ¿cuándo el ser humano puede equivocarse? Los errores son natos a nosotros, y evitarlos u ocultarlos también. Nosotros como hombres tendemos a mostrar nuestra parte aguerrida y dominante, nuestro intelecto y saber, pero jamás mostramos las fallas y fracasos ante los demás. Buscamos ocultarlos como en el teatro, detrás de máscaras llamadas orgullo y éxito. Hoy se debería enseñar a no tener miedo a ser estúpido o pasar por tonto e ignorante. A nivel mundial tenemos un problema serio y es, el no saber fracasar, el no pasar por etapas de estupidez. Entonces ¿cómo lograremos la perfección si le tenemos miedo al fracaso?

La historia que nos han contado siempre ha sido de vencedores, los logros biológicos, físicos y químicos que aprendemos parecieran siempre hallazgos de primera mano, las fórmulas matemáticas que utilizaos aparentan ser per se al universo. Jamás estudiamos los grandes fracasos de la humanidad, los miles de intentos detrás de los inventos, no consultamos sobre los momentos de estupidez de los grandes genios de nuestra historia. Me imagino a I. Newton, con el perdón de los físicos, cuando estaba escribiendo sus leyes, en su divagar mental, el sentimiento de estupidez por no saber definir una acontecimiento tan natural como lo es hoy para nosotros la gravedad. A él, creo, no le dictaron, como a los cientos de generaciones venideras, sus famosas leyes. Cientos fueron las páginas y mucha fue la tinta que hicieron a Isaac pasar de la estupidez a la brillantez y colocar su nombre en la historia.

Así puedo concluir que hoy me siento capaz de pedir a todos los hombres y mujeres del mundo que alguna vez hemos exclamado “no entendí” a no tener miedo a la estupidez, al fracaso y a la reprobación. Ninguna idea es estúpida, como Colón y su tierra redonda o Albert y la relatividad. La estupidez es nata a la persona como fracaso para alcanzar el saber, pero si aprendemos de la estupidez tendremos el talante necesario para continuar, levantarnos y convertirnos en estúpidamente genios mientras los que creen saberlo todo se quedarán con eso, el todo ya descubierto y no con el todo por descubrir. Principio de la creatividad, la locura, la estupidez, el no tener miedo a fracasar. Quien no arriesga no fracasa, quien no fracasa, no triunfa. Parafraseo de Og Mandino. No siendo más estúpido me despido.