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Jóvenes y comunidades virtuales: ¿nuevos espacios de inclusión social?

Jovenes y comunidades virtuales_Aika
Las comunidades virtuales pueden ser promotores de inclusión social si emergen desde intereses de los jóvenes. Foto: Shutterstock.

Situados en la creciente preponderancia de las relaciones sociales reflexivas y líquidas –caracterizadas por su fugacidad, inmediatez e incertidumbre latente– la participación juvenil en comunidades virtuales tiende a transformarse en un fenómeno social masivo y reconocible.

En estas comunidades se generan intercambios de objetos, servicios y saberes, muchos de los cuales obedecen a nuevas demandas de consumo, pero también de comunicación e interacción. Respecto al tipo de intercambio que se produce, mientras algunas ponen el énfasis en los objetos (como Wallapop), en servicios como el transporte (Blablacar o Uber) o el alojamiento (Airbnb, Coachsurfing), otras promueven el intercambio de conocimiento en ámbitos como la creación (Makers), el arte (Dibujando), la música (Solomusicos) y la cultura (Openmind), y en intereses y necesidades como la política (Foropodemos), la sexualidad y el género (Asexuality), el bienestar emocional (7cupsoftea) y físico (Anaymía), o la reivindicación postmaterialista (grupo Feminismes).

Podríamos decir que la emergencia de estas comunidades virtuales se ha dado en base a dos dimensiones centrales: primero, la proliferación de las tecnologías digitales y los entornos virtuales en todo ámbito de la vida. Segundo, la necesidad de desarrollar intereses, deseos, experiencias y saberes de parte de los jóvenes, en espacios alternativos a los ofertados por las sociedades en la modernidad.

Por cierto, este último aspecto develaría dos fenómenos significativos. Por un lado, la necesidad de poder visibilizar sus iniciativas en contextos que representen más adecuadamente sus intereses y que les permitan desarrollar mejor sus habilidades. Por otro lado, como un acto reivindicativo, de promoción de mayor inclusión social. Desde un punto de vista postmoderno y líquido, los espacios de participación social para los jóvenes en la modernidad ya resultan en muchos casos limitados, ineficientes, anticuados y sobre todo descontextualizados.

Ambos aspectos evidenciarían la creciente necesidad de flexibilizar el proyecto de integración social de las sociedades modernas, del que muchas veces los jóvenes se sienten apartados.

La emergencia de comunidades virtuales responde a la necesidad de desarrollar intereses y experiencias de los jóvenes en espacios alternativos a los ofertados por las sociedades en la modernidad

Recientes investigaciones que han analizado la participación de jóvenes en comunidades virtuales, han llegado a conclusiones generales. En relación a la configuración de estas comunidades virtuales:

  • Tienden a utilizarse para intercambiar conocimientos de manera interactiva y eficaz.
  • Son espacios de aprendizaje legitimados entre los usuarios más activos.
  • Pueden transformarse en espacios de participación social capaces de albergar diversos modos de resistencia frente a la estructura social, política y cultural de las sociedades modernas.
  • Están situadas y vivas. Emergen como consecuencia de los fenómenos que configuran el presente y están en permanente transformación y definición.

En relación al tipo de participación que se da en las comunidades virtuales:

  • Si bien esta tiende a ser alta más allá de los tramos etarios, el género o la dimensión socioeconómica, preferentemente son creadas por jóvenes, quienes además son los usuarios más activos.
  • Con el fin de mantenerse vigentes y de prevalecer sobre otros espacios similares, se encuentran jerarquizadas mediante normas y relaciones de poder internas a la comunidad, que incluso pueden repetir las jerarquías y estratificaciones presentes en las sociedades modernas.

Finalmente, resulta interesante observar que estos espacios pueden resultar verdaderamente reinvindicativos y, a la vez, ser activos promotores de inclusión social, solo si emergen desde intereses locales y comunitarios entre jóvenes (desde abajo hacia arriba). Por el contrario, si estas emergen a partir de intereses institucionales y estructurales (desde arriba hacia abajo), no dejan de ser prácticas de integración social propias la modernidad, con el consecuente potencial de exclusión que conlleva.