Para la popular red social del pájaro azul el 2020 fue el año de la lucha contra el discurso del odio (o al menos se está intentando). Si bien se tomaron medidas, algunas más interesantes que otras, para combatir la desinformación y teorías conspiratorias, en general, los principales ajustes a su algoritmo apuntan a reducir las posibilidades de acoso online.
En AIKA Educación, revisamos las acciones básicas realizadas por Twitter durante este año, en el que los reflectores de la opinión pública han estado sobre las plataformas de social media a las cuales han calificado como, por decir lo menos, laxas en cuanto a la prevención y eliminación de los contenidos tóxicos en sus entornos, favoreciendo la polarización social y afectando a la democracia.
A inicios del 2020, esta plataforma empezó con algunos de los cambios más llamativos, entre los cuales destacan los siguientes:
El primer paso fue orientado a prevenir la desinformación. Así, en febrero, se prohibió la publicación de fotos y videos manipulados. Vale resaltar que esta táctica era ampliamente usada para extender la desinformación en Twitter, por lo que su utilización fue un primer paso.
Vale precisar que esto fue una medida necesaria, considerando que la crisis del coronavirus se avecinaba con fuerza y la infodemia informativa o circulación de contenidos falsos derivada de este contexto, se convirtió en la peor ola de desinformación de la historia, según reveló en una entrevista a AP Madrid, la periodista Cristina Tardáguila, directora adjunta de la International Fact-Checking Network (IFCN), una organización de verificación de contenidos falsos, que aglutina a todas las compañías o agencias dedicadas a este campo a nivel mundial.
Asimismo, el rango de las conductas consideradas como discurso del odio por Twitter fue ampliado en marzo, cuando se incluyó en esta red social al lenguaje que deshumaniza por edad, discapacidad o enfermedad, continuando así con el trabajo iniciado en el 2019, cuando se categorizó al lenguaje que deshumaniza por religión como discurso del odio. En ambos casos, aquellos usuarios que acosen o agredan con sus comentarios pueden ser desde obligados a borrar sus mensajes a eliminar sus cuentas, dependiendo de la situación.
Mayo significó un hito para Twitter, puesto que en ese mes por primera vez ejerció acciones contra un tweet lanzado por el presidente de Estados Unidos Donald Trump. Como parte de su política de implementar etiquetas debajo los tweets que son considerados como información falsa o que alientan la violencia, en mayo, la red social colocó la primera de otras etiquetas sobre otros mensajes compartidos por el mandatario.
De ahí en adelante, la historia entre Trump y Twitter por los polémicos tweets del primero continuó con más etiquetas sobre estos mensajes a los que la plataforma calificó como peligrosos y añadiendo un hipervínculo que invitaba a los usuarios a corroborar a fuentes autorizadas. De igual forma, otros tweets del Presidente de Estados Unidos fueron ocultados por incumplir las reglas de la red de microblogging sobre el comportamiento abusivo o amenazar de daño a un grupo identificable, como los protestantes del Black Lives Matter.
¿La respuesta de Trump? Respondió con un airado reclamo y amenazas de regular o cerrar a las plataformas de redes sociales por censurar sus comentarios.
Otra de las acciones ejercidas por la plataforma del Jack Dorsey, fundador y actual director ejecutivo de Twitter, fue remover a fines de julio miles de cuentas que difundían contenidos sobre la teoría de conspiración QAnon; a lo cual se anunció que no le permitiría aparecer dentro de sus trending topics o tendencias, ni en las búsquedas. De igual forma, los usuarios tampoco podrían postear enlaces sobre esta teoría.
Tal medida también le valió críticas de parte algunos grupos conservadores del ala republicana, quienes afirmaron, con respecto a las acciones de esta plataforma contra los QAnon, que esto confirmaría un sesgo contra los partidarios de Donald Trump de parte de Twitter, según se registra en un reportaje de The New York Times, publicado después de que se anunció esta política.
De igual forma, la plataforma de microblogging continuó ajustando su algoritmo para combatir el discurso del odio. En ese sentido, introdujo en agosto un cambio en la publicación de tweets, para enriquecer la conversación. A partir del cual, las personas pueden decidir quien responde a sus a sus tweets, sea que se permita a todo el público, solo sus seguidores o personas específicas. El objetivo apunta a proteger a los usuarios de acoso o respuestas intimidatorias.
Clave también fue su apuesta por ser transparentes; por lo que en el octavo mes, lanzó el centro de transparencia. Dicha área nació con el objetivo de comunicar sus acciones, políticas, requerimientos de demandas para remover contenidos y resultados obtenidos en razón al monitoreo y control de la desinformación y el discurso del odio en su plataforma.
Hay dos escenarios claves que han marcado el accionar de Twitter este año para realizar medidas más interesantes con miras a reducir el tránsito de contenidos tóxicos en su plataforma, y con la esperanza de la opinión pública de que sean frenados: la crisis del coronavirus y las elecciones presidenciales estadounidenses.
Ambos eventos han impulsado y marcado la línea de este red social, pero podrían ser insuficientes sus medidas, considerando que, tanto Twitter como Facebook, ni siquiera son capaces de cumplir sus propias restricciones. Un informe de The Associated Press, reveló que pese a que ambas redes sociales prometieron dejar de “sugerir” material de QAnon a sus usuarios, estas cuentas han seguido compartiendo contenidos para influir en el escenario político de Estados Unidos.
Por ejemplo, después del debate entre el presidente Donald Trump, quien intenta ser reelegido y su contendor, el demócrata Joe Biden, una cuenta de QAnon difundión un video con afirmaciones falsas sobre este último. Además de esto, la investigación periodística de AP encontró que Twitter mantiene cuentas populares de esta teoría conspiratoria aún, las que alcanzan a más de un millón de personas, manteniendo el sistema de recomendaciones en estos casos, y publicando anuncios de grandes marcas en las feeds las cuentas QAnon.
Aunque la circulación de los contenidos de esta teoría conspiratoria se ha reducido en un 50% desde que en julio Twitter ha intentado limitar y opacar sus mensajes dentro de su red, los grupos se mantienen activos e intentando interferir en la opinión pública. Habrá que observar como esta plataforma adapta nuevamente su algoritmo para tener avances más significativos o se mantiene “neutral” conforme lo hacían al inicio.
La desinformación y el discurso del odio son criaturas difíciles de exterminar y según la antropóloga de la universidad de Vanderbilt, Sophie Bjork-James, las medidas tomadas por estas plataformas podrían ser insuficientes y ser demasiado tarde para tomarlas.
No obstante, esto son los monstruos de las redes sociales y una reevaluación de sus algoritmos que se ampare en un diseño ético, además de las regulaciones y observación de los gobiernos, son las demandas que empiezan a rugir desde diversas voces de la opinión pública. Veremos si este movimiento mantiene su presión contra estas plataformas y tanto Twitter como compañía son capaces de tomar medidas más severas para atacar el problema antes de que ya no haya marcha atrás.
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