Por: Fernando Vásquez Rodríguez
Para los docentes de hoy, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se han convertido en una demanda o, por lo menos, en una inquietud que azuza su práctica. Cada quien está buscando la manera de responder a ese desafío y los más temerosos sienten que ya es tiempo de incorporar algo de las TIC a sus habituales prácticas docentes.
Pero de una vez vale la pena hacer una claridad: una cosa es ser usuarios y propagadores y otra, muy distinta, convertirnos en productores de esas tecnologías. Es decir, no es lo mismo utilizar en clase los recursos ofrecidos por Internet a convertirnos en productores de esas nuevas tecnologías, y ponerlas al servicio de nuestra enseñanza. Lo más fácil es decirles a nuestros alumnos que busquen información en la red de redes. Práctica que no es muy distinta a esa antiquísima de “vaya y busque en la enciclopedia”.
Lo que en verdad puede transformar nuestro quehacer es apropiar alguna de esas nuevas tecnologías
Lo otro, lo que en verdad puede transformar nuestro quehacer es apropiar alguna de esas nuevas tecnologías con el fin de cambiar la relación con los estudiantes, la corrección de sus tareas, la modalidad de trabajo colectivo, atender a los diversos tiempos del aprendizaje. Eso es lo nuevo y esa es también la dificultad.

Piénsese por unos minutos en las posibilidades de que un profesor se anime a crear un blog. Y que a ese blog, a ese diario virtual, vincule las producciones de sus estudiantes. Yo mismo he experimentado ya durante cuatro años lo que implica usar esa nueva tecnología. Mis conclusiones hasta ahora son las siguientes: la primera, que el estar pendiente de los comentarios hechos a cada entrada del blog, y ofrecer oportunamente una retroalimentación de los mismos, convierte la docencia en un ejercicio personalizado. Si el aprendiz percibe que alguien le dice algo a lo que ha hecho, si él ve que poco a poco va mejorando, establece con el bloguero-profesor una relación personal, particular. Por supuesto, para el que lleva el blog, esto demanda un trabajo extra.
Y aquí viene mi segunda conclusión: el tiempo de aprendizaje del blog no lo pone el maestro sino el estudiante. Es él, de acuerdo a sus urgencias y disponibilidad temporal, el que determina cuándo está maduro para “subir” una tarea o cuándo necesita de una tutoría especial para lograr el objetivo.
Al saber que su producción va a ser vista por todos en un blog, el estudiante procurará cuidar más la elaboración de la misma; tendrá un autocontrol de la tarea
Una tercera conclusión tiene que ver con el valor público de los trabajos. Al saber el estudiante que su producción va a ser vista por todos, y no solamente por los de su curso, procurará cuidar más la elaboración de la misma; tendrá, por decirlo así, un autocontrol de la tarea. Sin contar, además, el hecho de que todos pueden beneficiarse del señalamiento de un error o sacar provecho de la forma como alguien pudo alcanzar un logro. De igual modo es posible, y esa será otra manera novedosa de enseñar, que todos comenten lo que hacen sus compañeros; de que haya una genuina comunidad de aprendizaje.
Por otra parte, si el maestro incorpora esta herramienta tecnológica deberá empezar a tener un vínculo cercano con la producción escrita. Cada semana, por lo menos, tendrá que actualizar su blog para evitar que se pierda el contacto con sus posibles lectores y se mantenga una zona de interés sobre una temática específica. Aunque esto sea otro reto para el maestro, lo cierto es que trae una ganancia para la transformación de su propia práctica: al escribir se reestructura el pensamiento, se toma distancia comprensiva de la acción y se entra a formar parte de la ciudadanía académica.
Fernando Vásquez Rodríguez es Magister en Educación de la Universidad Javeriana. Asesor pedagógico y capacitador en procesos de comunicación de empresas privadas y del estado. Actual director de la Maestría en Docencia de la Universidad de La Salle, Bogotá, Colombia. http://fernandovasquezrodriguez.com/
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