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Los efectos offline del odio online

Si bien los discursos de odio tienen una larga trayectoria, en la era de Internet y, sobre todo, en la era de las redes sociales, estos han tomado nuevas vías para atacar. En Instagram, TikTok, Youtube y otras redes sociales, los mensajes que acosan, atacan, persiguen o justifican violencia se los denomina como haters” o “trolls.

Actualmente, quien crea o difunde mensajes de odio es denominado como hater (el/la que odia). Un/a hater se caracteriza por tener un perfil agresivo y que se dedica de manera obsesiva a atacar a individuos o grupos a los que desprecia por su origen, raza, ideología, género, cultura o religión. Los/as haters no suelen ser anónimos, actúan en las redes como francotiradores, atacando el punto débil de sus victimas. En cambio, los trolls son personas (o programas) con identidad desconocida que publican mensajes provocadores con la principal intención de insultar, generar respuestas negativas y confundir a las audiencias. Lo que hacen es desviar la atención, generan tensión y suelen atacar de forma anónima y en manada.

Debido a la variedad de elementos que constituyen un discurso de odio, es posible definirlos, pero lamentablemente con la dinámica de las comunicaciones y relaciones actuales, no tienen un techo rígido, ya que es un concepto que se encuentra en movimiento y construcción.

La acción de hetear o trolear se da en redes sociales, pero tiene numerosos efectos en el mundo offline. Según la organización Faro Digital, los discursos de odio pueden tener los siguientes efectos en las personas: exclusión digital, desigualdad en el acceso y toma de decisiones digitales, autocensura, exacerbación de la discriminación, desinformación y fomento de los estereotipos.

El troleo o el hateo pueden darse a personas o grupos de personas por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica o cualquier otra condición social. Estos discursos generan un ambiente de intolerancia y discriminación, es por eso que se habla de efectos offline, porque rechazan la diversidad y son articulaciones discursivas que intentan impedir el derecho a la libertad y a la igualdad, derechos humanos fundamentales.

Para desarticular los efectos que haters y trolls tienen sobre las personas, UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) lanzó una campaña bajo el hashtag #LoSientoHater. Los principales objetivos son visibilizar estos mecanismos y también brindar información sobre las herramientas que ayudan a detectarlos, prevenirlos y recursos para denunciarlos.

Fuente UNICEF

Por otro lado, las plataformas como Facebook también han desarrollado una serie de herramienta contra haters y trolls, aunque los primeros sean más difíciles de detectar. El objetivo de la herramienta es detener aquellos comportamientos virtuales que contravienen los estándares de convivencia creados por especialistas en ámbitos como la tecnología, la seguridad pública y los derechos humanos.

Como se ha mencionado, los efectos de los discursos de odio en redes sociales son profundos y en muchos casos desconocidos, por ello, es fundamental que tanto las organizaciones no gubernamentales, las empresas y el estado trabajen en conjunto para prevenir este fenómeno y contribuir a la construcción de sociedades más justas y menos violentas.