Los MOOCs –del inglés, cursos online, masivos y abiertos– se convirtieron entre 2012 y 2013 en el fenómeno que revolucionó la Educación Superior en Europa y Estados Unidos. Los MOOC son cursos cortos, de entre 4 y 6 semanas, abiertos para todos y que llegan a millones de estudiantes. Se publican en plataformas que agregan cursos de distintas universidades y de una gran diversidad temática. Entre las plataformas más conocidas están Coursera y edX (iniciativas americanas), o MiríadaX y Futurelearn (iniciativas Europeas), pero existen muchas otras. Open edX, por ejemplo, es la versión open source de edX. Cualquier persona puede registrarse en estas plataformas y realizar un curso sobre una gran diversidad de temas: física o matemáticas, idiomas, educación o gestión de empresas, entre otros. Según Class Central, que ofrece datos actualizados sobre MOOCs a nivel mundial, en Julio del 2015 se registraron más de 4.200 cursos, con más de 40 millones de estudiantes en todo el mundo.
Desde su nacimiento –el 2008 en la Universidad de Athabasca, Canadá– las mejores universidades de EE.UU. y Europa se lanzaron al mundo MOOC. Stanford, Harvard, y el MIT (Massachusetts Institute of Technology) fueron pioneras, pero otras muchas instituciones, sobre todo europeas, también se sumaron a este fenómeno. De acuerdo con los datos publicados en el Open Education Europa (2016) referidos a Febrero del 2016, en Europa se han producido más de 1.705 MOOCs. España y Reino Unido son los países que se sitúan a la cabeza en la producción de estos cursos.
El espíritu pionero
Los MOOCs surgieron como la panacea para la democratización del conocimiento, ofreciendo una oportunidad gratuita para la formación de personas en las universidades más prestigiosas. Pero el atractivo pionero y novedoso que acompañó en una primera etapa la producción de MOOCs en EE.UU. y Europa parece haber disminuido en los últimos años. Hoy, los MOOCs ya no son la novedad, sino que han pasado a formar parte del ecosistema estable de las instituciones de educación superior en estas regiones del mundo. Se proponen ya como un procedimiento regular de comunicación y, al mismo tiempo, una herramienta de cambio para la transformación de las metodologías de las prácticas tradicionales de enseñanza aprendizaje en la educación superior.
Sin embargo, se derivan de los datos de los últimos años dos tendencias preocupantes sobre el fenómeno MOOC.
Elitismo
Por un lado, el fenómeno MOOC ha acentuado el elitismo universitario. Se calcula que, en EE.UU., las universidades situadas en los Top 50 de los rankings cuentan con una media de 21 MOOCs producidos, mientras que las situadas por debajo de este umbral cuentan solo con 3.
Como consecuencia de ello, la posibilidad de obtener una certificación MOOC de las universidades más prestigiosas de un país, y por poco dinero, pone en peligro a las universidades más pequeñas, peor posicionadas en los ranquins internacionales e incapaces de competir con las más prestigiosas, que disponen de más recursos y más reconocimiento. Los MOOC vienen, pues, a acentuar la brecha entre las universidades mejor posicionadas en los ranquins y las que están por debajo.
Los MOOC surgieron como la panacea para la democratización del conocimiento pero han acentuado el elitismo universitario
Hegemonías estratégicas
Por otro lado, el fenómeno MOOC ha fomentado la hegemonía estratégica de EE.UU. y Europa sobre el resto regiones del mundo.
En un estudio producido en el marco del Proyecto Europeo MOOC Maker en el que participan dos universidades Europeas y seis de América Latina, se calcula que por cada MOOC que se produce en América Latina, se producen 5 en Europa, lo que pone de relieve la configuración de una nueva hegemonía en ciernes a través de los MOOC.
El empuje de Latinoamérica
Sin embargo, América Latina pugna por romper esta hegemonía, y da pasos adelante enfrentándose, también al elitismo.
América Latina es una de las regiones que se ha sumado al fenómeno MOOC con más fuerza. Según una última actualización de datos del informe de MOOC Maker, en un periodo de 7 meses – entre Febrero y Octubre del 2016 -, se produjeron en América Latina 140 MOOC.
Los países más grandes como México, Colombia o Brasil, con la participación de las universidades más prestigiosas como el TecMonterrey, la UNAM o la Universidade de Sao Pablo o Uniandes, se ponen a la cabeza en la producción de MOOC. Y están tratando de romper la hegemonía europea y norteamericana.
A ello hay que añadir indicios positivos en la superación de elitismos. Los MOOC se están produciendo, también, y con gran repercusión, en países pequeños como Guatemala, donde el 10.53% de las universidades del país producen MOOC.
Los datos apuntan a que el fenómeno de crecimiento acelerado que se produjo en EE.UU. y Europa entre el 2012 y 2013, se va reproducir de forma similar entre el 2016 y 2017 en América Latina.
Un gran desafío
Pero, pese a los progresos que se pueden reseñar y los indicios de que existe un creciente empuje, la oferta de esta región es aún insuficiente y limitada. De ahí que el peligro de profundización de la brecha cognitiva y de generar nuevas dependencias de las regiones más desarrolladas sigue siendo es una amenaza real.
Más aún, aunque haya indicios esperanzadores, no hay que descartar que pueda, en un futuro inmediato, replicarse el fenómeno del elitismo MOOC, donde las universidades mejor posicionadas en los ranquins internacionales en la región, sean las mayores productoras de este tipo de cursos.
El crecimiento acelerado que se produjo en EE.UU. y Europa entre el 2012 y 2013 se va reproducir de forma similar entre el 2016 y 2017 en América Latina
Por todo esto, queda mucho por hacer. América Latina tiene por delante, un gran desafío. En un momento en el que el acceso a la educación se plantea como una oportunidad clave para la equidad en los países emergentes, se debe avanzar en la búsqueda de modelos capaces de adaptar los casos de éxito de las regiones pioneras a la idiosincrasia y necesidades de cada región.
En una región como América Latina, tan extensa y diversa, los MOOC abren una puerta a la cohesión social y regional de los distintos países que la conforman, facilitando la movilidad virtual de estudiantes entre instituciones. En una región que quiere abrirse al mundo, los MOOC son una gran ventana.
Pero los MOOC también plantean un gran reto para los países emergentes que se unen al fenómeno: aprender de las carencias de los modelos desarrollados por las regiones con una mayor experiencia para avanzar hacia la mejora e innovación de un sistema de educación superior que disminuya las brechas de desigualdad. No replicar modelos, sino adaptar y mejorar estos modelos. Este es el gran desafío.
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