La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha sido la última persona pública en abandonar Twitter. Pero no es la única: James Rhodes, Javier Ambrossi o Cristina Fallarás son solo algunos ejemplos de personas conocidas que decidieron dar un paso al lado y dejar la red social tuitera. Esta tendencia está abriendo un debate sobre el aumento del discurso de odio y la violencia en Twitter y cómo se está normalizando un clima cada vez más crispado.
La presente crisis sanitaria, económica y social ha convertido la realidad de Twitter en un “sálvese quién pueda”. A diario pueden leerse miles de tuits violentos hacia personas públicas, anónimas o colectivos. Nadie está a salvo de recibir mensajes hostiles. Pero cuando te siguen casi un millón de personas, estás más expuesta que nunca. Ada Colau anunció su salida de Twitter a través de una publicación en Instagram:
“Para que el amor gane al odio, arrivederci Twitter”, así se despedía Ada Colau a través de su comunicado. Un mensaje que pone en evidencia el clima de confrontación que se vive hoy día en Twitter. Esta red social partió como una plataforma para comunicar y conectar al mundo. Sin embargo, se ha podido observar un aumento de la violencia y mensajes de odio que dificultan la comunicación entre las personas, convirtiéndose en un auténtico campo de batalla diario.
Cuentas anónimas y bots con “derecho” a molestar
El aumento del odio en la red es una problemática que preocupa a investigadores y académicos. Instituciones como la UNESCO o la Comisión Europea trabajan en programas formativos para luchar contra los mensajes de odio en la red. Es una temática compleja de abordar, pues entra en conflicto directamente con el derecho a la libertad de expresión y el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen. El discurso de odio no es un concepto nuevo, pero no tiene una definición internacional común. Esto resulta problemático porque cada país lo define de una forma diferente, es decir, no existe consenso sobre qué debe entenderse como discurso de odio.
Según datos extraídos de informes de las universidades de Carolina del Sur e Indiana, Twitter tiene entre 30 y 48 millones de perfiles falsos. A pesar de los esfuerzos de Twitter por impedir usuarios falsos, la realidad es que bots y cuentas falsas están más que presentes en esta red social. Ada Colau, a través de su comunicado, denunciaba y advertía que muchos de estos perfiles falsos “intoxican e incitan al odio”. Debido a esta problemática han surgido diferentes iniciativas y proyectos que tratan de combatir el discurso de odio en redes sociales. Por ejemplo: Save a hater o No More Haters, entre otras.
La situación actual social y política, junto a la polarización de las redes sociales, propicia un clima hostil. Según una campaña del Ayuntamiento de Barcelona “ConTRÓLate en Redes”, las redes “juegan un importante papel en la lucha contra el discurso del odio” porque “su papel de intermediarias en la comunicación digital, les convierte en el primer árbitro en la determinación de qué se puede decir y qué no”.
Tal como se ha señalado anteriormente, establecer un marco legal en relación al discurso de odio resulta complejo porque entra en conflicto con otros derechos fundamentales. En España, la modificación del artículo 510 del Código Penal es el que trata de regular los delitos de odio, castigando a aquellos que “fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente y de manera pública odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo o persona”.
Medidas insuficientes
Twitter en 2020 introdujo una serie de cambios para combatir el discurso de odio y la desinformación. En marzo del pasado año, ampliaron la norma incluyendo “el lenguaje que deshumaniza por edad, discapacidad o enfermedad”. Sin embargo, no fue la única medida. Han implementado una etiqueta debajo de los tuits considerados como falsos o que alientan a la violencia. Todo ello les llevó a cerrar la cuenta de Donald Trump, el expresidente de Estados Unidos, con el que tuvieron meses de disputas por la censura de la plataforma social.
A pesar de tomar medidas para frenar la circulación de discurso de odio y de fake news, sigue sin ser suficiente. El tema de género es especialmente relevante en este asunto, pues muchas mujeres reciben comentarios vejatorios y discriminatorios a diario. Ada Colau también hacía referencia a ello en el comunicado, pero han sido muchos los rostros públicos que han cerrado su cuenta en Twitter o han eliminado tuits. Este último caso le ocurrió a la portera del Real Madrid, Misa Rodríguez, que ante la avalancha de mensajes machistas se vio obligada a eliminar el tuit. Posteriormente, compañeros del club se hicieron eco de lo ocurrido y mostraron un mensaje de solidaridad.
Misma pasión ⚪ 💪
— Marco Asensio (@marcoasensio10) April 7, 2021
Que nada ni nadie te impida decir lo que piensas.@marisabelrr1 @realmadridfem @realmadrid pic.twitter.com/wLybiMhGkS
El pasado mes de septiembre, Amnistía Internacional acusaba a Twitter de “actuar con excesiva lentitud a la hora de abordar los diferentes tipos de abuso que sufren las mujeres”. La ONG dejó en evidencia las medidas de la plataforma social que son insuficientes a la hora de frenar la gran circulación y propagación del discurso violento en la red.
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