Por María del Mar Andreu
El aula de cada maestro debe ser una pieza más del puzzle que constituye la actividad docente, por lo que es necesario organizarla adecuadamente para sacarle el máximo partido. Por este motivo, la clase constituye en sí misma un espacio altamente valioso que ayuda a potenciar el aprendizaje de los alumnos, y por ello ha de ser objeto de reflexión y planificación para el profesor. De este modo, para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje dentro del aula es importante que el docente establezca una adecuada distribución del espacio.
Hace dos años trabajé en una escuela bilingüe al noreste de China, en Tianjin. Recuerdo como si fuera ayer el primer día que entré en mi aula. Solo habían mesas y sillas desordenadas en una clase, a mi parecer, enorme. Fue entonces cuando vi el potencial del aula y pensé para mi: ¡vamos a sacarle partido!
Mi clase estaba completamente vacía y la directora del centro me pidió que habilitara cada esquina del aula teniendo en cuenta cada una de las inteligencias múltiples.

Fue así como creé y decoré nueve rincones diferentes. Éstos eran: la zona de Arte y Construcción, donde los alumnos despertaban su parte más creativa; Lectura, un rincón muy acogedor con mucha luz natural en la que los estudiantes se sentaban sobre unos cojines y una gran alfombra a leer o interpretar sus historias favoritas; Escritura, donde los estudiantes podían jugar con las letras del abecedario y donde empezaron a escribir sus primeras palabras; Ciencia, una zona donde se pretendía potenciar la inteligencia naturalista; Música, donde los alumnos podían experimentar con todo tipo de instrumentos musicales, fomentando así su inteligencia musical; Teatro, donde los alumnos representaban situaciones de la vida real; Creación con bloques y Manipulativa, donde se pretendía desarrollar el razonamiento lógico y la inteligencia lógico-matemática de cada alumno; y, Sensorial, donde los estudiantes podían encontrar todo tipo de materiales para desarrollar su control de psicomotricidad fina.
La clase constituye en sí misma un espacio altamente valioso que ayuda a potenciar el aprendizaje de los alumnos
Cada uno de los centros de aprendizaje estaba dispuesto con materiales que despertaran curiosidad e independencia en mis alumnos. Para ello, seleccionaba libros de lectura, juegos y otros recursos que de alguna forma transmitieran diferentes puntos de vista a los alumnos para que ellos pudieran posteriormente preguntarse el por qué de las cosas, compartir ideas e impresiones con sus compañeros.
Diariamente o semanalmente, en función de la temática del mes, añadía elementos nuevos a cada rincón de mi clase con una gran variedad de elementos. Por ejemplo lupas, imanes, plantas e insectos disecados en el área de ciencia; instrumentos musicales en el área de música; disfraces en el área de teatro o cartas, postales y sellos en el área de escritura. En el rincón de manipulativos mis alumnos podían encontrar juegos de mesa como el ajedrez, las damas, el bingo e incluso el póker, los cuales potenciaban su inteligencia lógico-matemática. En definitiva, se procuraba que todos los elementos ayudaran a desarrollar las competencias, destrezas y actitudes relacionadas con cada inteligencia.
Como Howard Gardner, padre de las inteligencias múltiples dice:
“Toda inteligencia puede ser desarrollada por cada niño, en mayor o menor medida, siempre y cuando sea potenciada.”
Y qué mejor que el aula de cada docente, su distribución y la riqueza de los materiales para conseguirlo.
María del Mar Andreu
Investigadora predoctoral de la Facultad de Filología Traducción y Comunicación de la Universidad de Valencia. Profesora adjunta del Departamento de Lenguas de la Universidad Católica de Valencia
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